Mostrando las entradas para la consulta paz ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta paz ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

2012/06/01

COLOMBIA: los procesos de paz que funcionan son más reservados


"Uribe no quería la paz, quería ganar la guerra"

Por Nathan Jaccard, periodista de SEMANA
ENTREVISTAVicenç Fisas, director de la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad Autónoma de Barcelona, presenta el Anuario de Paz 2012. SEMANA.COM habló con él sobre la guerra en Colombia, la política de paz del gobierno Santos y las posibilidades de acabar el conflicto.
Jueves 24 Mayo 2012
Desde el 2006, la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad Autónoma de Barcelona publica un Anuario de Paz donde hace un minucioso seguimiento a negociaciones, diálogos, procesos de paz y conflictos sin resolver en todo el mundo.

En el Anuario 2012, el director de la Escuela, Vicenç Fisas, muestra cómo en el 40 por ciento de los conflictos armados actuales existen diálogos abiertos o exploratorios; hay 20 contextos armados sin negociaciones abiertas; mientras que en el 60 por ciento de las negociaciones hay una mediación externa. Para Colombia la conclusión es deprimente: es el conflicto más antiguo sin negociar.
Pero en diálogo con Semana.com, Fisas es más optimista y dice que desde hacía años no había un clima en Colombia tan favorable para la paz.

El Anuario será presentado este jueves en el Auditorio Huitaca (cra. 8 No. 10-65) de la Alcaldía Mayor de Bogotá por el profesor Fisas. La instalación del evento estará a cargo de Guillermo Asprilla, secretario de Gobierno de Bogotá, y del PNUD. El profesor Medófilo Medina, de la Universidad Nacional, hará los comentarios al estudio.

El documento también está disponible en línea.

SEMANA.COM: La semana pasada Bogotá se estremeció con el descubrimiento de un carro bomba y el atentado contra Fernando Londoño. Muchos acusan a las FARC...

Vicenç Fisas:
 Yo diría que no son las FARC, hay muchas posibilidades de que no sean. No es su estilo, no es el momento. Me extrañaría muchísimo. El atentado se produce el mismo día de la aprobación del Marco Legal para la Paz. No tendría ningún sentido que las FARC dinamitaran este proceso.

Más bien creo que sectores que no creen en este marco son los que dinamitaron esta posibilidad de justicia transicional. Me inclinaría a pensar que es la extrema derecha la autora de este atentado.

SEMANA.COM: En la últimas semanas parece haber un recrudecimiento de la guerra. No sólo fueron las bombas en Bogotá, también los 12 soldados muertos en La Guajira, el secuestro del periodista Roméo Langlois. ¿Qué está pasando? ¿Al fin hay vientos de diálogo o no?

V.F.:
 Creo que esa coyuntura, cada día hay cosas negativas, combates, enfrentamientos, lo que nos impide ver que los procesos de diálogo se desarrollan a mediano plazo.

Hay un hecho innegable, que menciono en el Anuario de paz, y es que en los últimos 30 años, el 80 por ciento de los conflictos armados se han resuelto por negociación. Es un porcentaje muy elevado, que va en aumento. Ahora se negocia más que hace 30 años, y se negocia más rápido. Es una realidad internacional.

Nos tiene que llevar a pensar que el conflicto en Colombia no es interminable. Aquí hemos de ver dos elementos fundamentales:

¿Quiere la insurgencia negociar la paz? Han dicho de forma muy categórica que sí. Y han hecho ofrecimientos para negociar con el presidente Santos.

¿Quiere el presidente Santos la paz? Lo ha dicho desde el primer día. Tiene un empeño personal en ser el presidente de la paz. Eso me lleva a pensar que es posible llegar a este escenario.

El cómo, son las partes que tienen que decidir cómo van a hacerlo. Lo único que sabemos es que el presidente no quiere injerencias. Por tanto, no es previsible que sea a la luz publica ni con mucho acompañamiento. Va a ser una cosa más bien discreta.

SEMANA.COM: Hace unos años, en la presentación de un Anuario de paz, una de las conclusiones era que en Colombia ninguno de los actores tenía interés por acabar la guerra. ¿Cree que eso ha cambiado?
V.F.:
 Sí hay un cambio. Hace unos años no habría apostado que las FARC querían la paz. Las veía mas acomodadas en el conflicto. Ya no. Eso tiene que ver con los golpes que han sufrido y también con las realidades políticas de América Latina, donde la izquierda ha logrado el poder político. La democracia se ha estado imponiendo como sistema de transformación social. Es una lectura que las FARC no pueden dejar de lado. Por fuerza han tenido que tomar nota de que en el momento histórico que estamos viviendo, la lucha de guerrillas no tienen ningún sentido. Creo que en estos momentos el ELN y las FARC están dispuestas a negociar la paz. Éste es el momento.

SEMANA.COM: ¿Incluso si hay enfrentamientos, soldados muertos?
V.F.:
 Aun si hay combates, son ceremonias de guerra, es muy típico en los procesos de paz que se hacen sin un alto al fuego, sin un cese de hostilidades. Pensemos que muchos procesos fracasan por que los altos al fuego no se cumplen. A veces es más conveniente no apostarle a un alto al fuego definitivo si no hay garantías de que se van a cumplir.

Aunque parezca paradójico, la intensificación de los combates puede ser un signo de que una hipotética mesa de negociación, pues una de las partes quiere tener una posición de fuerza. Es no es extraño, en la mayoría de los procesos ocurre eso.

SEMANA.COM: ¿El hecho que el proceso del Caguán haya sido tan público explica parte de su fracaso?

V.F.:
 Sí, normalmente los procesos de paz que funcionan son más reservados. Es una constante en los procesos que hay en el mundo. Tampoco es una ley, pero el exceso de visibilidad no es aconsejable. Es lo que ocurrió en La Habana con el ELN en el 2005. Cada día el ELN tenía que hacer una rueda de prensa, así como el Gobierno, explicando si había avances. Cualquier negociación esta llena de inconvenientes, pero no lo podían reconocer.

Es mejor que haya menos movimiento mediático y pueda haber una negociación más auténtica, más real.

SEMANA.COM: ¿Usted cree que el gobierno Santos está haciendo negociaciones secretas? 
V.F.: Esto no lo sé, hay un rumor, pero no lo sé. Pero si existieran, habría que dar confianza al presidente. Yo repito que hay voluntad por las partes de avanzar en un proceso, así sea en medio de la guerra. Hay una evolución respecto a los últimos años y entiendo que la paz es posible. Y que el presidente puede lograr avances en este mandato.

SEMANA.COM: ¿Por qué algunos sectores del antiguo gobierno se oponen a estos intentos?

V.F.:
 Es evidente que el presidente Uribe no quería la paz, quería ganar la guerra. Este es lo que lo distingue de Santos. Él dijo que quería ser el presidente de la paz. Eso marca una diferencia muy notable con Uribe. El presidente Santos sabe que tendrá que llegar a una negociación con la subversión. ¿Cuando? No sé, pero un día u otro.

SEMANA.COM: ¿Qué le parece el Marco Legal para la Paz? Hay polémica por una eventual amnistía a la guerrilla.

V.F.:
 Entiendo la polémica, es sano que haya una discusión, pero como analista de los procesos de paz tengo la obligación de decir que en la totalidad de los procesos en el mundo en los últimos 30 años, ha habido una amnistía para los actores armados. Las personas que han dejado las armas no han pagado cárcel. Esto es así.

SEMANA.COM: ¿Para todos los actores del conflicto?

V.F.:
 Para todos. Es muy importante que se defina la cantidad de verdad que se quiere saber. Y entiendo que para ello se tiene que establecer una comisión de la verdad que establezca todo lo que pasó y la responsabilidad de todos los actores. Pero al mismo tiempo la justicia tiene que ser magnánima, muy generosa para que haya una absoluta reconciliación.

SEMANA.COM: ¿Hay que sacrificar parte de la verdad por la paz?

V.F.:
 No, la verdad tiene que salir toda. Se tiene que sacrificar la justicia. Esto es cómo se han desarrollado los procesos en el mundo. Y no creo que Colombia vaya a ser una excepción, porque si no, nadie deja las armas.

SEMANA.COM: ¿Qué opina de la posibilidad de que los guerrilleros participen en política?

V.F.:
 En un proceso de negociación cabe la posibilidad de que las partes acuerden un marco de incompatibilidad en la acción pública por parte de los actores armados durante unos años. Esto se puede negociar. Pero en la mayoría de los procesos de paz, los actores, una vez dejan las armas, entran en política. Pero está sujeto a la negociación.

SEMANA.COM: ¿Se tiene que considerar las Fuerzas Armadas como actores del conflicto, al igual que la guerrilla?

V.F.:
 Entiendo que sea polémico, pero en todos los procesos de paz si a la insurgencia se le da inmunidad, una amnistía, las Fuerzas Armadas también tienen que ser amnistiadas. Por la paz vamos a mirar el futuro, y dejar el pasado, con mucha verdad.

Lo explico con un palabra. Si hay un proceso de paz exitoso, las partes llegan a un acuerdo y le ponen un punto final a un enfrentamiento de decenios, es un momento mágico. Sumamente especial.

Políticamente, pero sobre todo socialmente. En ese momento el país se puede dedicar a solucionar otros problemas. Y Colombia los tiene. Tiene problemas de pobreza, de desigualdades. Colombia tiene un impresionante potencial cultural, social, económico. Si un país con un proceso de paz se ahorra el 3 por ciento del PIB destinado a la guerra y puede dedicarlo a inversión social, es un montón de dinero.

SEMANA.COM: ¿Usted piensa que las Fuerzas Armadas estén dispuestas a sacrificar su presupuesto, su poder?

V.F.:
 No les va a quedar más remedio. Hay que decírselo claramente a las Fuerzas Armadas. No hay ningún proceso de paz que implique un estancamiento o un aumento de los gastos militares, sino una reducción de las Fuerzas Armadas. Colombia tendrá que reducirlas como mínimo a la mitad, tendrá que haber una reestructuración muy importante, muchas personas en activo tendrán que pasar a la reserva. Y en eso las Fuerzas Armadas han de tener mucha responsabilidad, han de ser actores de paz.

Sería interesante, si no lo están haciendo, que las Fuerzas Armadas pensaran en el posconflicto.

SEMANA.COM: ¿Hay que incluir a las bacrim en un proceso de paz?

V.F.:
 Por supuesto, pero no en las mismas negociaciones, son procesos diferentes. El año pasado un obispo católico hizo una petición al Gobierno porque tenía una encomienda de un sector importante de las bacrim, que querían desmovilizarse. Hubo una negativa. Me parece un error, no hay que desaprovechar ninguna oportunidad para lograr un arrepentimiento, una desmovilización, una reinserción de las bacrim. Tendrá que haber un proceso de paz con ellos, por supuesto.

SEMANA.COM: ¿Qué piensa de las leyes de posconflicto, como el Marco legal por la paz, en medio de la guerra?

V.F.:
 Lo que es precipitado es hacer el marco cuando todavía no se ha firmado un acuerdo. Creo que hay precipitación, hay que dejar que esto se maneje en la mesa de negociación, los términos de la dejación de armas, los términos de la justicia, esto hay que negociarlo. Y así se ha hecho siempre. Yo no miro a Colombia en exclusiva, miro como se ha hecho en otras partes del mundo. Entiendo que Colombia no puede ser la excepción.

Pero se ha hecho con buena intención, esto hay que reconocerlo. Pero es mejor dar espacio a la negociación, y en el transcurso de la negociación se define que marco jurídico se va a dar. No al revés. 
SEMANA.COM: ¿Qué consejo le daría a Santos para tener una política de paz efectiva?

V.F.:
 Que en Colombia no serviría un modelo de reinserción pura, pedir a la insurgencia que se desmovilice y punto. Es una insurgencia que tiene un proyecto político, unos reclamos, una agenda. El tema agrario va a ser muy importante para las FARC. Para el ELN, el tema energético. Entonces, cualquier acercamiento tiene que tener en cuenta lo que históricamente han demandado.

SEMANA.COM: ¿Qué pueden aprender los colombianos de la negociación de ETA en el país Vasco?

V.F.:
 Es tan diferente, que no hay lecciones que se puedan trasladar. Excepto una cosa, en el país Vasco se intercambió paz a cambio de que la izquierda independista pueda hacer política. Lo que podríamos trasladar como lección a Colombia. Por eso la insurgencia colombiana deberá tener sus espacios para hacer política.

Y aquí hay un hecho histórico que pesa mucho, como lección que no se debe volver a repetir, que es la tragedia de la Unión Patriótica. Si el Gobierno no puede dar las plenas garantías de que esto no se va a repetir, no habrá proceso de paz. En una mesa de negociación las garantías de hacer política van a ser muy importantes. En el país Vasco esto ha sido determinante. 

2015/02/21

Hacer la paz en el siglo XX tenía exigencias menores, porque se aceptaban las amnistías generalizadas

Gobierno y Farc coinciden: 'la lucha armada ha sido inútil'

Habla Eduardo Pizarro Leongómez, uno de los dos relatores de la Comisión Histórica del Conflicto.


 
Eduardo Pizarro Leongómez es uno de los investigadores más acuciosos del conflicto. Es embajador de Colombia en La Haya.
Foto: Claudia Rubio / EL TIEMPO
Eduardo Pizarro Leongómez es uno de los investigadores más acuciosos del conflicto. Es embajador de Colombia en La Haya.
Un hecho inadvertido por la mayoría del país es la prueba más contundente de lo difícil, pero al tiempo de lo pluralista, que fue el trabajo de la Comisión Histórica del Conflicto, creada por la mesa de paz de La Habana.
Eduardo Pizarro Leongómez y el exrector de la Universidad Nacional Víctor Manuel Moncayo, delegados por el Gobierno y las Farc, respectivamente, para hacer la relatoría de los informes de 12 académicos sobre los orígenes del conflicto armado, las razones de su prolongación y el impacto sobre los colombianos, no pudieron hacer una sola relatoría. Decidieron, entonces, que fueran dos y así las presentaron al país. (Lea también: Comisión abrió debate sobre las causas del conflicto armado en el país)
Pizarro Leongómez, uno de los investigadores más acuciosos del conflicto y hoy embajador de Colombia en La Haya, donde ha tenido un diálogo permanente con la Corte Penal Internacional (CPI), habla en esta entrevista con EL TIEMPO de las principales coincidencias y diferencias entre los 12 académicos de la Comisión. Y advierte, en todo caso, que lo más importante para Colombia “no es el consenso, sino la posibilidad de discutir sin matarnos”.
Aunque usted y el profesor Víctor Manuel Moncayo tenían que hacer una sola relatoría sobre los documentos de los 12 académicos, terminaron haciendo dos. ¿Por qué?
Eso demuestra que hay enormes disensos, pero, al tiempo, con Víctor Manuel Moncayo, quien fue rector de la Nacional cuando yo era profesor, quisimos ahondar en el carácter dialogante de la Comisión y hacer dos relatorías para que los colombianos tuvieran múltiples visiones.
¿Y entonces con qué visión se quedará la mesa de negociación, a la que debían darle insumos, especialmente para el tema de víctimas?
La mesa se va a encontrar con varias alternativas y evaluará cuál es la mejor política frente a las discusiones que tiene. Henry Kissinger, cuando era secretario del Departamento de Estado, no aceptaba que sus colaboradores le dieran solo una opción. Exigía varias y evaluaba los costos de cada una para tomar una decisión.
¿Y cuál es el efecto práctico del informe en la mesa de paz de La Habana? ¿De qué sirve?
Como pedagogía, porque mostramos que somos capaces de dialogar aunque tenemos diferencias. El efecto práctico es que se reflexionó sobre por qué en Colombia ha persistido el conflicto cuando todos los conflictos de América Latina desaparecieron y la izquierda llegó a los gobiernos, mientras aquí siguió militarizada.
¿Cuál fue la diferencia más radical entre los 12 académicos?
Que unos consideraron que la lucha armada ha sido legítima porque la pobreza y las restricciones democráticas la dejaron como única alternativa, y otros, que en Colombia había más espacios y la única alternativa no era la armada.
¿No cree que el Frente Nacional, con su repartición del poder entre liberales y conservadores, fue una exclusión política evidente?
El Frente Nacional tuvo enormes restricciones políticas, pero fue la época del esplendor de las luchas sociales, estudiantiles y campesinas. Hay que recordar que el líder comunista del Sumapaz, Juan de la Cruz Varela, fue el segundo de Alfonso López Michelsen para la Cámara en 1960, por el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL). En esa época, Carlos Lleras Restrepo creó la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, que llegó a tener un millón asociados.
¿O sea que usted cree que la izquierda tenía alternativas distintas a la lucha armada?
Muchos ensayistas dicen que la izquierda en Colombia se militarizó de manera muy temprana y eso nos dejó sin opciones de una izquierda democrática. La tragedia fue no haber tenido un partido socialista democrático comprometido con las vías legales.
El jefe de negociadores de las Farc, ‘Iván Márquez’, destacó que con el trabajo de la Comisión ya no habrá un solo discurso sobre el conflicto...
Es que lo más importante hoy no es el consenso, sino la posibilidad de discutir sin matarnos.
La Comisión encontró más coincidencias en las razones de la prolongación del conflicto que en sus causas. ¿Cuáles fueron esas razones?
La presencia del narcotráfico, la tradición de combinar armas y política, tanto en la izquierda como en la derecha, la precariedad institucional, la desigualdad, la violencia contra los civiles, como el secuestro y la extorsión; la provisión privada de seguridad, el sistema político localista y clientelista, los derechos de propiedad, la cuestión agraria y el círculo vicioso de la violencia.
Estamos claros en que la Comisión Histórica no tiene alcances jurídicos, pero sí identifica responsables...
Sí. Hay responsables de crímenes atroces. Agentes del Estado que se desviaron de sus responsabilidades, guerrilleros, paramilitares, y políticos que utilizaron a los paramilitares. Si pensamos en la responsabilidad frente a las víctimas, las élites colombianas pospusieron reformas necesarias en el campo. La pobreza urbana es del 27 por ciento hoy, pero la del campo es del 44 por ciento.
Es decir, la responsabilidad del conflicto es muy amplia.
Sí, pero hay que separar. Una cosa es la responsabilidad penal, que es de quienes cometieron los delitos, y otra cosa es la élite colombiana, que tiene que asumir los cambios que el país pide a gritos. Esa idea de que todos los colombianos somos responsables me parece un escándalo. No hay que crear la culpa colectiva, no todos los alemanes son responsables de Hitler y los campos de concentración, ni todos los colombianos son responsables de la violencia.
Pero, a fin de cuentas, el informe sirvió para establecer responsabilidades...
Sí, porque se refiere a los agentes del Estado que pasaron los límites con ‘falsos positivos’, a los políticos que usaron a los paramilitares para combinar armas y urnas, y a algunos empresarios afectados por la extorsión y el secuestro que privatizaron la seguridad.
Aunque no hubo consenso total en nada, el mayoritario fue en que la agenda de La Habana es la que se necesita para superar el conflicto...
Esa es la mejor conclusión. Fue la gran ratificación de la importancia del tema agrario, del desarme, de no combinar armas y urnas, de no justificar la violencia como recurso legítimo. La agenda que hicieron el Gobierno y las Farc es muy inteligente, porque ataca lo que ha llevado a la prolongación del conflicto. Eso hace que no repitamos la experiencia de El Salvador y Guatemala, que hicieron la paz, pero ha habido más muertos en el posconflicto.
¿Cómo vio el ambiente en la mesa de paz de La Habana?
Es difícil, por las miradas encontradas en muchos temas, pero en el Gobierno y la guerrilla hay mucho optimismo frente a que los obstáculos son salvables. Creo que todos confían en que es la mesa de paz definitiva.
¿Y usted también lo cree así?
Creo que tanto el Gobierno como la guerrilla piensan que la lucha armada ha sido inútil y que les va mejor en la lucha política democrática.
A muchos colombianos parece no interesarles el proceso de paz, o incluso se oponen...
Es probable que para muchos la guerra sea lejana, pero es un grave error. En Colombia, los empresarios guardan el cuatro por ciento del presupuesto para seguridad. En Chile, cero. El país se gasta siete puntos del PIB en el conflicto. Imagínese lo que se podría hacer con esa plata en salud, educación...
¿Cree que los militares piensan lo mismo?
Creo que quieren volver a su función original de defender las fronteras. Fue estratégico llevar a un militar a La Habana. Eso generó confianza, pues una guerrilla piensa, al ver allí a una persona como el general Jorge Mora (uno de los negociadores del Gobierno), que no la van a matar después de la negociación.
¿Cómo se sintió haciendo parte de la Comisión Histórica?
En mi relatoría reproduje una frase del libro de Enrique Santos (Así empezó todo, sobre la génesis del proceso de paz) que me gustó mucho. Dijo que había hecho parte de esto por una responsabilidad política, moral e intelectual. Yo siento la responsabilidad política de buscar la paz. Intelectual, porque mi vida académica ha estado ligada a la reflexión sobre el conflicto. Y moral, porque tenemos que rescatar la frase de Antanas Mockus de que “la vida es sagrada”.
‘El mundo no vería bien que el modelo de justicia hiciera fracasar la paz’
Usted es embajador de Colombia en La Haya, sede de la Corte Penal Internacional (CPI). ¿Cómo ve a este tribunal frente al proceso de paz?
Creo que en La Habana se va a construir un modelo de justicia y paz propio del siglo XXI. Hacer la paz en el siglo XX tenía exigencias menores, porque se aceptaban las amnistías generalizadas para superar dictaduras, como las de Argentina y Chile, o guerras, como las de El Salvador y Guatemala. El fin era lograr la paz aceptando un gran sacrificio en justicia. En el siglo XXI, con la Corte Penal Internacional, el mundo cambió y el valor fundamental es la lucha contra la impunidad para disuadir de los crímenes de guerra y de lesa humanidad. La Habana tiene que ser consciente de que las amnistías generales son imposibles y de que tenemos que construir un modelo que nos permita la paz y que, al tiempo, respete los estándares de la Corte.
¿Y cuál es el estándar básico?
No tiene uno básico. Eso se está construyendo por jurisprudencia de la Corte en distintos fallos.
¿Juega eso a favor del proceso de paz?
Ha habido dos sentencias condenatorias de la Corte a dos milicianos del Congo, y los jueces han ido ajustando y construyendo jurisprudencia. Los colombianos podemos ayudar a construir esa jurisprudencia respetando los postulados del Estatuto de Roma.
¿Es optimista frente a esto?
Sí, por una razón en particular. El mundo tiene muchas esperanzas sobre la paz de Colombia. No vería bien que fracasáramos en la paz por un modelo de justicia que lo hiciera inviable.
MARISOL GÓMEZ GIRALDO
Editora de EL TIEMPO
En Twitter: @MarisolGmezG

2012/08/26

Diálogos de Uribe con las Farc + Uribe la far + Uribe diálogos secretos farc+ testigos diálogos farc uribe+ diálogos uribe eln


Los encuentros secretos de paz de Álvaro Uribe

Los encuentros secretos de paz de Álvaro Uribe
'Alfonso Cano', entonces jefe supremo de las Farc, fue el interlocutor del gobierno de Uribe para buscar un proceso de paz. Archivo / ELTIEMPO

Entre 2008 y 2010, el entonces presidente impulsó de manera secreta un acuerdo político con Farc.

Esta semana los rumores sobre contactos secretos del Gobierno con la guerrilla saltaron al primer punto de la agenda pública, luego de que el expresidente Álvaro Uribe hizo eco de esas versiones para criticar al presidente Juan Manuel Santos.
Uribe calificó de incompresible que el gobierno Santos esté realizando acercamientos con las Farc, sin hacerlos públicos, para buscar una salida negociada al conflicto. Y añadió, en su cuenta en Twitter, que el "gobierno busca diálogo y la guerrilla aumenta el terrorismo". Otro de sus trinos fue: "La protección efectiva de los ciudadanos es primero que la pretensión del diálogo". (Siga este enlace para leer: empresarios apoyan eventuales diálogos con la guerrilla).
La arremetida llamó la atención de varias fuentes consultadas por EL TIEMPO, ya que hasta último momento de su segundo mandato, Uribe intentó aproximaciones "secretas" con las Farc en busca de un proceso de paz. Muchos de esos intentos, hasta ahora desconocidos, cobran relevancia en medio del debate. (Siga este enlace para leer: una receta repetida en los últimos seis gobiernos).
Tras la Operación Jaque, que puso en libertad a Íngrid Betancourt, los tres ciudadanos estadounidenses y 11 militares y policías que estaban en poder de las Farc, en el primer semestre de 2009, el gobierno Uribe puso a rodar la posibilidad de buscar un "encuentro secreto y discreto con las Farc, en el extranjero". (Siga este enlace para leer: hablar tras bambalinas, la constante internacional).
En el segundo semestre de 2009, Uribe consideró la posibilidad de aceptar la oferta de un país amigo para cualquier esfuerzo que llevara a la paz. (Siga este enlace para leer: el 74,2% apoyaría un diálogo con las Farc, según encuesta)
Los días 10 y 11 de noviembre de ese mismo año, un delegado de su gobierno se reunió con autoridades diplomáticas de ese país amigo que reiteró su disposición a colaborar en busca de la paz.
Entre noviembre de 2009 y febrero de 2010, la administración Uribe obtuvo "confirmación del apoyo logístico del gobierno amigo" para las reuniones. (Siga este enlace para leer: Editorial: Hablando de la paz...).
El 5 de marzo de 2010 Uribe autorizó enviar una carta a 'Alfonso Cano' y 'Pablo Catatumbo', manifestándoles el interés del gobierno en tener un encuentro "directo y secreto".
El 10 de marzo de 2010 el contacto recibió la comunicación, la cual fue entregada el 16 del mismo mes al secretariado de las Farc.
El 24 de marzo de 2010 el país amigo le entregó al gobierno de Uribe la lista de cuatro sitios posibles para el "encuentro secreto", con sus respectivos mapas.
'Propuesta llegó tarde'
Estas aproximaciones fracasaron cuando el 1o. de abril de 2010, durante las exequias del coronel Ernesto Guevara (fallecido mientras estaba estaba secuestrado por las Farc), Uribe pronunció un fuerte discurso contra esa guerrilla.
El 20 de julio de 2010, el secretariado de las las Farc, mediante una carta, lamentó que la propuesta de paz "haya llegado a escasos cuatro meses del cambio de gobierno" y que, "poco después de recibida, hayamos escuchado al Presidente afirmar categóricamente que su gobierno no va a conversar con la guerrilla".
León Valencia, excombatiente del Eln y analista político, fue testigo de dos de esas aproximaciones confidenciales del gobierno de Uribe con las Farc. En la más reciente, según Valencia, a comienzos de 2010, el entonces comisionado de Paz, Frank Pearl llegó a su oficina, y tras confesarle que estaba en "conversaciones secretas con las Farc en busca de un proceso de paz", le pidió ayuda sobre "la mejor forma en que podrían darse esas conversaciones".
También relató que en 2007, cuando estuvo en Caracas, confirmó que el líder de las Farc 'Iván Márquez' realizaba "diálogos secretos" con el gobierno Uribe y que esto se dio con el apoyo del presidente Hugo Chávez. "Lo vi todo", dijo.
Así mismo, mientras estuvo como embajador en Italia, hasta que volvió al país para ocupar la cartera del Interior, Fabio Valencia Cossio mantuvo, por orden de Uribe, contactos secretos con Lucas Gualdrón, miembro del Frente Internacional de las Farc.
El exministro Álvaro Leyva Durán también reveló que un año antes de la reelección fue autorizado por Uribe para buscar aproximaciones secretas con las Farc, para un proceso de paz, pero que luego fue desautorizado por el consejero Luis Carlos Restrepo.
También hubo citas con el Eln
Desde el primer momento de su llegada al poder y hasta finales de 2008, el presidente Álvaro Uribe intentó llegar a un acuerdo de paz con el Ejército de Liberación Nacional (Eln).
En busca de ese propósito, Uribe autorizó conversaciones "confidenciales" en Cuba, en dos fases: primero entre 2002 y 2004, y luego desde 2005 hasta 2007. En algunas ocasiones el alto comisionado de paz, Luis Carlos Restrepo, se reunió con el líder de La Habana, Fidel Castro, para impulsar estas gestiones.
Entre 2004 y 2005 Uribe también autorizó que el gobierno mexicano participara como facilitador de un proceso similar.
El acuerdo base entre el gobierno de Uribe y el Eln estuvo inclusive listo para su firma. 
En